Confesiones “De niña a Mujer”

Dec 19, 2018

Nos convertimos en Mujeres cuando así lo sentimos, la edad es sólo anecdótica, determina cuanto tiempo llevamos en la tierra pero de ahí que al cumplir 14 o 15 años dejamos de ser niñas es puro cuento patriarcal.

En general comparto técnicas o ejercicios para ayudar a otrxs a sanar, pero esta vez es cuestión de auto sanación. Cada vez que escribo y lanzo “ publicar” es como si un peso de encima se quitara, una carga emocional se esfuma y muchas veces un dolor corporal desaparece. Escribir ha sido un gran protagonista de mi camino, ayuda a clarificar y ordenar y muchas veces a sacar a la luz lo escondido.

Vamos al punto.

Desde siempre sentí que tenia una especie de doble vida: una pública y otra privada. Podrán decir que es lo natural, lo que debe ser, y sí, puede ser pero a mi me molesta…

Por un lado la niña y adolescente estudiosa, escolta, abanderada, que nunca se llevo una materia. Responsable, preocupada por la justicia, en fin alumna 9,50.

Por el otro, la fiestera, la “loca del sexo”, la que siempre andaba noviando o atrás de uno, la adelantada que tuvo su primera vez a muy temprana edad, la puta.

Esta dos facetas eran irreconciliables para mí, nunca sentí la libertad de andar pavoneando sobre aventuras sexuales o caminar estilo sexy viril como lo hacían los hombres. Reprimía cualquier expresión de mi sexualidad.

Hoy, sé que reprimir es causa de infinitas enfermedades físicas y emocionales, sin contar vivir con los constantes prejuicios de la mente (y la sociedad). La única forma que encuentro de revertir la situación / sanar es exteriorizar los motivos por los cuales creo que soy como soy y fui como fui.

De niña y adolescente practicaba Gimnasia Artística en el club “Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires” ubicado en el centro de la ciudad porteña. Entrenaba varias veces a la semana y viajaba en transporte público. Tomaba el colectivo 39 que paraba a sólo dos cuadras del club. Me gustaba sentarme en el medio en los asientos solitarios. Una como tantas veces, miraba concentrada las imágenes de la ciudad cuando un señor se paró a mi lado y tomó el caño del asiento frente a mí. Un frío corrió mi cuerpo, pero acostumbrada a callarlo me quede quieta. En cada vaivén en cada movimiento el hombre aprovechaba el impulso y apoyaba su pene contra mi.

El tiempo es eterno para las que esperan. Así fue, nunca entendí porque no baje antes, porque no le pegue un codazo o grite…

Al llegar mi lugar, pase por debajo de sus brazos, toque timbre y “protegida” por otro señor que desde atrás susurró “dale, baja rápido”, corrí hasta el teléfono publico del club y entre lagrimas conté lo que había pasado. Paso, como si nada, sin mucho consuelo o explicación.

Creí que habían abusado de mi por la forma en que vestía. Programa viejo si los hay. Creí que los provocaba o tentaba, entonces tuve la gran idea de “afearme” lo más que pudiera, ser lo menos sexy posible y sentarme en el primer asiento junto al chofer.

Y eso marcó el rumbo de mi sexualidad “al público”, nada de ostentar el cuerpo atlético, la jumper a la altura “normal”, mucho jogging y remera ancha ; de ser necesario usar bikini, actitud masculina. Pero a puertas adentro, era otra, jugaba con mi cuerpo y mi sensualidad, posaba para amantes a distancia y compraba ropa de encaje. Igualmente, en el fondo, el odio hacia los hombres continuo fuerte por muchos muchos años.

Durante mi primer viaje descubrí el nudismo. Recuerdo que llegue a un río donde todos estaban desnudos y yo, enojada con el mundo, nade en bikini. El tiempo confirma que amo estar desnuda, es cómodo y practico. Todos lo saben, mi familia, mis amigas, estudiantes y pareja…Nada nuevo bajo el sol, el tema es la sensualidad, el qué hago y cómo muestro mi cuerpo.

Siempre me gusto fotografiarme con la excusa de mandársela a otros hasta que descubrí que es una práctica erotizante y emponderante por sí misma. Puede ser compartida o no, y que si comparto me convierte en una más de las mujeres que deciden hacerlo, simple, ni más ni menos.

Jimena Barón fue gran inspiración, al mirar sus fotos sexies sin inhibición y porque sí, pensé “¿por qué lo reprimo? ¿qué va a pasar si publico fotos sexies?” y calló la ficha. Miedo, miedo a que desconocidos te vean, miedo a ser vista como Mujer, miedo a ser responsable y dejar ir a la víctima, miedo a que me hackeen, miedo a ser un mal ejemplo, miedo a esto y a lo otro.

“El miedo es la máscara consciente de un deseo inconsciente”. Pucha. Estoy cansada de tener miedo. Mi deseo inconsciente es ser observada, aceptada, respetada, deseada y amada haga lo que haga, incondicionalmente. Incluso publicando fotos desnuda, incluso siendo trabajadora sexual, incluso siendo couch sexual, incluso siendo una Mujer sexy.

Mi cuerpo es mío y yo decido. Basta de doble moral. Soy lo que soy. 💛

Nada justifica un abuso. Si fantaseas con violentar a una mujer o sí ya lo hiciste, date cuenta que estás enfermo y que tus problemas se reducen a la relación con tu madre. Si ella te maltrato o no te amo como querías, y estás dolido sin poder superarlo, vas a buscar vengarte con las mujeres. El mal que busques hacerle a ellas, es rabia reprimida hacia tu madre y nunca se va a curar si no pedís ayuda. Quizás estoy totalmente errada, quizás no y vale la pena intentar cambiar.