La niña que vive en mí

Graffiti en la pared del “Espacio Comunitario La Gomera” en Quinquela Martín y Hornos, Barracas, CABA, Argentina.

Apr 9, 2017

Aventuras de mi ser infantil, ese al que solo le importa jugar y reír.

Es un día de sol, lo descubro desde la cama mirando por la ventana. El cielo está bien azul, alguna que otra nube vuela tranquila. Cierro los ojos y medito unos segundos el plan de hoy.

Nada muy elaborado, estoy de vacaciones y es sábado. Cumplo con mi meta diaria de baile por 30 minutos, escucho Lila Downs, La rue Ketanou, Paloma del Cerro y para terminar bien arriba meneo con Miss Bolivia y las taradas.

Que mi cuerpo eleve su temperatura y transpire por buenos motivos es un placer ( tengo hiperhidrosis y sudo porque sí, bah, la biodecodificación* dice que es una defensa, así puedo resbalarme y huir…).

Ducha, musculosa y short de jean ( lo hice con uno largo que encontré destinado a donación, tranqui, dejé un montón de ropa para equilibrar la ecuación). Zapatillas con las llaves enganchadas en los cordones. 

Bajo corriendo las escaleras, abro la puerta y me quedo dura. Quieta, parada en la vereda sin saber qué hacer, pasan tres personas, me miran las miro. Junto las manos, las separo. Un pensamiento fugaz me recorre: ¿ qué haría una persona que se ama a si misma? Rio.

Subo de dos en dos los siete pequeños pisos que me llevan a la llave de la libertad. Cruzo la mansión, abro la puerta y lo tomo. Ahora ya puedo andar.

Recuerdo les niñes del día anterior jugando en la vereda y sus caras de felicidad. Miró un reflejo y soy igual. Casi seis meses acá y nunca di la vuelta manzana, creía que era una cortada…

Di unas 7 vueltas para familiarizarme con mi nuevo viejo amigo. Pruebo patear con una y con la otra, al tener volante es muy fácil. Voy chocha.

“Hasta el parque” pienso, para un lado, para el otro, una entrada para autos poco transcurrida se convierte en mi pista. Tiene inclinación, voy y vengo, hago equilibrio y juego con mi sombra.

Levanto un pierna, adelante, al costado y atrás, la otra; me agacho, me pruebo, me rio, me sorprendo y divierto…( ¿será el exceso de “ me” reflejo de este nuevo amor hacia mi misma?).

Una pareja divina discute, se gritan, mueven sus brazos en señal de reproche. Los miro, ella me mira sin que él se de cuenta. ¿Que tendrán que aprender todavía para aceptarse o dejarse de una vez?. Sigo pateando…

Dejo el refugio y ando por calles transitadas, un auto baja a gran velocidad y toca bocina, le grito : “ ehhhh qué te pasa enfermito?”. Reflexión veloz. La enfermita soy yo, que va por el medio de la rue a velocidad crucero.

Camino de vuelta todas las subidas, leo en una librería elegante, admiro estatuas de bronce, un cartel luminoso del Che con la leyenda “ Viva la revolución”, un asiento metálico de la guerra de las galaxias, una mesa de vidrio con ramas adentro y corbatas hechas con acuarela…

Dejo el monopatín agarro el mate, el cuaderno y salgo a escribir.