Somos los libros que amamos

1 de Abril, 2017

Mucho de lo que soy y pienso tiene sus orígenes en las palabras que he leído, en los libros que marcaron mi vida. Me refiero a los que dejaron huella en mi, los que cerré con un sentimiento de agradecimiento y un poco de nostalgia por haberlos terminado.

Son los libros que me hicieron reflexionar, aplicar métodos y herramientas de autoconocimiento, los que respondieron preguntas y los que generaron más de las que contestaron. Son los libros de mi vida.

Con el fin de darlos a conocer y contagiar su lectura, me he quemado ( literalmente, lo hice en una tarde de sol parisina) la mente recordando todos esos títulos que me encantaría que todo el mundo pudiera leer.

Es cierto que, muchas veces, fue sólo una frase de todo el texto la que me hizo suspirar pero también me sucedió querer recordar cada una de las palabras, grabarlas todas en mi memoria y “traerlas” cuando sea necesario. Obviamente imposible (para mi), en general recuerdo una imagen que construí mientras leía o un sentimiento que me genero.

En la práctica vienen a mi cuando aplico alguna técnica que aprendí , cuando en un debate quiero citar para reforzar mi opinion o simplemente cuando me emociono.

Estoy orgullosa de ser una lectora “voraz”, cuando me gusta se nota, lo disfruto, casi que hago todo leyendo y me da rabia tener que dejarlo. Uno de los sentimientos más lindos que experimento es leer un libro en un solo día y si es de lluvia mejor.

En el afán de recordar llegue hasta mi infancia, en el living del departamento de Barracas, me acostaba sobre el sillón y mi mamá me ponía en el toca disco “ Pedro y el lobo”, en este preciso momento lo escucho y me remonta a la calidez del hogar. Éste era un cuento diferente, era relatado y tenia música de orquesta. Data de 1946 y es de los pocos de Disney que no esconden una historia de violencia sexual.

En fin, a los hechos, el orden será directamente proporcional al efecto causado.

“ Usted puede sanar su vida” Louise L. Hay

Necesito contextualizar brevemente cómo este libro llego a mi. En el verano del 2015 me voy a relajarme después de un año de intensas mudanzas ( me separo de mis parejas y me voy a vivir con una amiga) a la provincia de Córdoba, específicamente el valle de Traslasierra.

Allí conozco a quién me impulsaría a concretar un sueño pendiente, viajar sin fecha de retorno. Aunque es una excelente persona competíamos mucho por la fama y por las mujeres ( sí, el era una estrella y yo era su sombra). Esto me hacía odiarlo y odiarme, viajaba por viajar sin proyectos sin metas sin claridad.

Encontrarme con esta versión piltrafa de mi misma me ayudó para saber que estaba lejos de ser quién quería ser, necesitaba cambiar, desenojarme y perdonar.

A la vuelta de ese viaje, decidí irme definitivamente de Buenos Aires (ciudad que me albergo por más de 27 años) a las sierras cordobesas. Mina Clavero es el lugar donde volví a nacer, impulsada por Abigail y por la necesidad de recanalizar mi energía sexual creativa empecé a leer sobre ayurveda y frecuentar la biblioteca en busca de respuestas.

En una de las tantas visitas, al pedir “ todo lo que exista de física cuántica” la bibliotecaria me trajo “ Usted puede sanar su vida”. Me sorprendí porque esperaba cuestiones más “científicas y cósmicas” como “ Agujeros negros y pequeños universos” de Stephen Hawking que también lei y adore.

La clave de porque ese libro cambio mi vida se encuentra en la contratapa somos en un cien por ciento responsables de todas nuestras experiencias y cada uno de nuestros pensamientos está creando nuestro futuro”. Madre mía, significaba dejar de culpar a los demás, dejar de quejarme y hacerme cargo de mi vida.

Me di cuenta que dentro mío existía ( y a veces sigue presente) una auto saboteadora, una criticona quejosa que se ocultaba detrás de la máscara de la auto exigencia y la perfección, que dejaba de hacer por miedo e inseguridad. Desconocía completamente que podía ser amable y paciente conmigo misma ( y por ende con el resto del mundo).

Me decidí a cambiar y me sumergí en un proceso que todavía continua ( creo que siempre se puede mejorar), me dispuse a perdonar y a soltar lo que me lastimaba. Mi cuerpo me había estando dando claras señales que yo no supe escuchar . Podrían preguntarme “ cómo hiciste” y la respuesta sería que el universo dispone. Fui encontrándome con cada persona que tenia rencor, exprese lo que sentía, escuche y abrace a lo loco.

En relación a la escucha corporal, Cecilia me recomendó y prestó, “ La enfermedad como camino” de Thorwald Dethlefsen y Rudiger Dahlke. Más allá de sus constantes referencias a la biblia me resultó muy interesante profundizar en las causas y el significado de las enfermedades. Preguntas como “ qué me prohibe este síntoma o a qué me obliga” me acompañan cada vez que me enfermo. La enfermedad viene a salvarnos.

Ya más liviana, quería conocerme profundamente, saber más sobre mi misma. Y aquí dos libros llegaron: “El universo secreto de los sueños” de Pierre Fluchaire y “ Luna roja” de Miranda Gray.

Ambos libros hacen hincapié en la importancia de nuestros sueños, ellos nos hablan de una manera que durante la vigilia nos es inaccesible, nos equilibran, resuelven situaciones que nos preocupan, nos dan armonía; sin soñar moriríamos.

Albert Einstein escribía una lista de sus preocupaciones antes de irse a dormir, a la mañana siguiente conseguía pistas. Después de un sueño clarificador formulo la teoría de la relatividad.

Carl Gustav Jung, ampliamente citado en el libro del francés, nos habla del inconsciente colectivo, de cómo soñamos con símbolos o situaciones que jamás vivimos pero que sí nuestros ancestros. La historia de la humanidad está guardada en nuestros sueños.

Y Miranda, para quienes tienen útero, propone tomar nota durante tres meses ( tres ciclos lunares /menstruales) de lo que soñamos. Es increíble, al revisar y “promediar” los apuntes, descubrir que según el momento del ciclo soñamos con los mismos animales, con los mismos colores y con situaciones parecidas.

Escribir los sueños es un viaje de ida, lo imposible sucede y para nuestro ser no hay diferencia entre la vigilia y la ensoñación. Lo que soñamos es real, nuestro cuerpo transpira y se agita cuando corremos o cogemos, se congela de miedo o llora de tristeza “de verdad”.

Además , durante esos tres meses, escribí cómo me sentía, si tenia dolores, como me gustaba vestirme, con quien me relacionaba, mi estado de ánimo y las características del flujo vaginal. Esta investigación me permitió saber en que momento ovulo y organizar mi vida según la Carla que soy.

Para ejemplificar, durante la menstruación soy una abuela, quiero dormir, soñar, quedarme en casa, caminar lo más lento posible y estar sola o con otras menstruantes. Lo mundano y cotidiano me parece insoportable. A su vez, planear vacaciones o salidas es para la joven audaz que ama salir a socializar y estar de fiesta ( alrededor del día 8 hasta el 17, post ovulación). Cualquier actividad en desarmonía es desastrosa.

A continuación, conozco a Carlos Castaneda y María Fux. Personas que me inspiraron a atravesar todas las barreras de los sentidos. Con Carlos, me identifique con su terquedad, con lo que le costo “ ver” más allá de lo que estaba acostumbrado; romper con lo que le habían enseñado en sus vanagloriadas instituciones y abrirse a sentir en otras dimensiones. Desde “ Las enseñanzas de Don Juan”, ,“ Viaje a Ixtlan”,“ Una realidad aparte” “ Relatos de poder”, “ El don del águila”, “ El conocimiento silencioso” hasta “El arte de ensoñar” que actualmente leo, todos me transmitieron conocimiento y me hicieron reflexionar muuuucho.

Con María en “ Danza, experiencia de vida” confirme lo que había aprendido en un taller de Danza Gracia con Alana Messineo (http://elportaldealana.com/), bailar era parte de mi, una forma de expresarme que siempre había estado dormida y avergonzada y para mi sorpresa, una excelente herramienta para sanar.

Fue inspiración para tomar clases de Danza Butoh y Contact en el Centro Cultural Rojas de Buenos Aires con dos grandes maestras: Rhea Volij y Cristina Turdo. El placer de bailar, de entrar en contacto conmigo misma y con otrxs me permitió disfrutar más de mi propio cuerpo y soltar las inhibiciones. De las mejores experiencias de mi vida.

En las sierras, me presentaron también a Shere Hite y su “ Mujeres entre mujeres”, con ella comprendí mucho más el efecto del patriarcado en los vínculos entre mujeres. Mediante un análisis detallado de las relaciones madre- hija, hermanas, amigas, abuela — nieta, trabajadoras, tome conciencia de lo prohibido que estaba el contacto entre mujeres y cómo eso había influenciado en mí. Me costaba horrores abrazar a mi madre porque sí y habían sido años de represión de deseo sexual.

Empecé a sonreírle a todas, a sentirlas como verdaderas hermanas (más allá de la política que ya me había abierto las puertas del feminismo). A mirar a los ojos de cada una. Un día la llamé a mi vieja para agradecerle por haberme parido, nunca lo había hecho es lo que te permite estar a favor del aborto.

“La Teoría King Kong” de Virginie Despentes que compré en la feria de Villa las Rosas me abrió los ojos con respecto a la culpabilidad que sentimos cuando sufrimos abuso o violencia de cualquier tipo en vez de denunciar y enojarnos con los victimarios.

Sin darme cuenta al empezar a escribir este post, todos estos libros los leí en mi nuevo vientre, en ese pueblo a orillas de las sierras Comechingones que siempre había resonado en mí. Como todo vientre, se contrajo para expulsarme y después un año entero de gestación, dos perras me ayudaron a salir. Al día siguiente de que me mordieran la mano y la pierna, puse fecha de partida. Buenos Aires y Paris me esperaban.